Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio ya son las más extrañas y diferentes que se hayan disputado desde el renacer de las Olimpiadas modernas en 1896.
Sobre todo por la pandemia, que obligó a posponerlos un año.
En la historia de los Juegos Olímpicos de verano (los que se disputan a mitad de año), solo en tres oportunidades se tomó la decisión de cancelarlos: la primera, en 1916 con sede en Berlín debido a la I Guerra Mundial.
Después, en 1940, en Tokio, los Juegos se vieron suspendidos por la II Guerra Mundial y no se reanudaron sino hasta 1948 en Londres.
Y ahora, la pandemia del coronavirus puso contra las cuerdas a Tokyo 2020. Y aunque se pensó en cancelar la competencia, luego se tomó la decisión de aplazarla, lo que es en sí mismo un hecho inédito.
Pero el aplazamiento no es todo. Gran parte de Japón sigue en estado de emergencia, por lo que las olimpiadas de Tokio serán las primeras justas sin público extranjero en décadas y muy posiblemente sin público en general en la mayoría de los escenarios olímpicos.
Y como si esto ya no bastara para considerarlas como unas olimpiadas únicas, en Muvu te presentamos otras cuatro razones por las que serán unos Juegos diferentes.
1. Récord en deportes
Lo que traen estas justas es un récord de competencias: 33 deportes, 50 disciplinas y cerca de 11.000 atletas, los cuales lucharán por 339 medallas doradas (y las correspondientes de plata y bronce).
Esto se debe a la decisión que tomó el COI de incluir cinco deportes más respecto a los que tuvieron presencia en Río 2016: se trata de karate, surf, escalada deportiva y skateboarding.
Y esto es novedoso porque el COI (Comité Olímpico Internacional) había determinado desde Sídney 2000 que no debería haber más de 28 disciplinas.
Pero además, el béisbol y sóftbol, que se habían ausentado por 13 años (habían salido del calendario tras Beijing 2008), regresan en esta ocasión.
Y también se incluyeron nuevas especialidades en deportes tradicionales como el baloncesto y el ciclismo.
Por ejemplo, habrá baloncesto 3×3 y la incorporación de la prueba madison en ciclismo, que se realiza en equipo de dos personas.
También habrá nuevos deportes de relevos y otras competencias para equipos mixtos, entre ellos atletismo de velocidad, natación, triatlón, arquería y tenis de mesa.
Y una curiosidad: el karate, que es incluido por primera vez, no volverá en los Juegos Olímpicos de París 2024. Será reemplazado por el breakdance.
2. Los más costosos de la historia
Digamos que la culpa no es enteramente de los organizadores, pero las cifras entregadas por el comité organizador en los últimos meses dan ese dato: los Juegos Olímpicos de Tokio serán los más costosos de la historia.
Hasta el año pasado, poco antes del inicio de la pandemia, se había informado que iban a costar unos US$12.600 millones.
Aunque superaban por más de cinco millones de dólares el presupuesto inicial, seguían estando por debajo de Londres 2012, que tuvo un costo aproximado de US$14.500 millones, de acuerdo con un estudio publicado por la Universidad de Oxford.
Sin embargo, la decisión de suspender y aplazar las justas en 2020 significó un gasto adicional de US$2.800 millones. Y ahí sí se pasaron todas las marcas monetarias históricas.
Y como si este gasto extra no fuera lo suficientemente impactante (lo tuvieron que asumir en partes compartidas la ciudad de Tokio y el comité organizador), se sumó ahora la decisión de no permitir espectadores en escenarios cerrados.
Lo que significa que se perderán gran parte de los US$810 millones que esperaban recibir por ventas de tickets.
Pero, sobre todo, de acuerdo con varios analistas, las pérdidas más grandes serán para el turismo: se esperaba la visita de cerca de 600.000 personas, que finalmente no llegarán al país debido a las restricciones por la covid-19.
Por eso, entre otras razones, distintas investigaciones hechas por académicos japoneses -como Katsuhiro Miyamoto, de la Universidad de Kansal- estiman que las pérdidas estarán en el orden de los US$23.000 millones.
Pero habrá que ver cómo se desarrollarán las justas para tener un saldo de las pérdidas reales, porque cancelarlas de todas maneras hubiera representado una pérdida total de US$16.000 millones.
3. En año impar: 2021 (pero se seguirán llamando Tokyo 2020)
Debido a la pandemia del coronavirus y la postergación de los Juegos Olímpicos, serán las primeras justas de la historia moderna que se disputarán en un año impar.
Algo que parece simplemente anecdótico pero que tiene serias repercusiones, en especial para el comité organizador.
Aunque se disputan en 2021, se seguirán llamando oficialmente los Juegos de la XXXII Olimpiada Tokyo 2020.
Cuando se tomó la decisión de aplazar un año los Juegos debido a la pandemia, entre muchas preguntas que surgieron estaba la de si iban a cambiar de nombre y pasar a llamarse Tokyo 2021.
Pero la alcaldesa de Tokio, Yuriko Koike, fue clara: “Un número impar está fuera de consideración”.
De hecho, poco después, el COI emitió un comunicado en el que señalaba que “se acordó que los Juegos mantendrán el nombre de Juegos Olímpicos y Paralímpicos Tokio 2020”.
La razón: el marketing.
Como lo señala el periodista Alastair Gale, del diario The Wall Street Journal, desde la designación de Tokio como sede de los Juegos Olímpicos en 2013, pero especialmente desde 2015, Tokio viene utilizando un logo que ha replicado no sólo en sus productos de mercadeo y publicidad, sino también en todo lo que tiene que ver con la presentación de escenarios y revestimiento y adorno de las ciudades.
Y en todas dice Tokyo 2020.
Desde 2018 se venden objetos que van desde simples pins que se venden a un dólar hasta esculturas doradas con el logo Tokyo 2020 que llegan a costar US$15.000.
Además, como indica la agencia de noticias Bloomberg, al conservar el nombre el COI se asegura de mantener la inversión hecha en otros productos de mercadeo como camisetas, bolsos, muñecos e incluso los diseños de las transmisiones de televisión y, de ese modo, se evita aumentar los costos para los patrocinadores del evento.
4. Ideas radicales para una competencia “verde”
Una de las tareas de los organizadores de los Juegos Olímpicos de Tokio es conseguir que las competencias sean las más ecológicas de la historia.
Para eso han tomado varias medidas que llaman la atención por lo novedosas.
La primera fue la decisión de que las camas en la que dormirán los atletas sean de cartón, para que puedan ser recicladas una vez termine el evento.
Los organizadores señalaron que se construyeron 18.000 camas de este material, que tiene una capacidad de resistir hasta 200 kilos.
Otra medida tiene que ver con las preciadas medallas, que están hechas con material reciclable, especialmente de celulares desechados. De ellos se logró extraer 32 kilos de oro, 3.500 de plata y 2.200 de bronce que sirvieron para producir las 5.000 medallas que serán entregadas tanto en los Olímpicos como en los Paralímpicos.
Pero su empeño mayor está en reducir las emisiones de carbono durante el evento. Se espera que durante las justas se emitan cerca de 2,9 millones de toneladas de CO2.
Esto estaría por debajo de los niveles registrados en Río 2016 (4,5 millones de toneladas) y Londres 2012 -considerado el más ecológico hasta ahora- con 3,3 millones de toneladas.
Para eso se han dispuesto vehículos eléctricos para el transporte de los atletas y energía generada por paneles solares para cubrir la demanda de las instalaciones deportivas.
Sin embargo, hay expertos que señalan que simplemente Tokio no podrá cumplir con la meta.
Otros anotan que estas medidas son pura apariencia y que estos quizá logren ser los Olímpicos más ecológicos de la historia pero solo por las restricciones de la pandemia del covid-19.
“Nuestra investigación muestra que el récord de sostenibilidad de Tokio será casi promedio”, le dijo a la revista E&T Martin Müller, profesor de Geografía Humana en la Universidad de Lausana (Suiza) y autor del primer estudio a largo plazo de la (no) sostenibilidad de los Juegos Olímpicos.
“Irónicamente, la mayor contribución de Tokio a la sostenibilidad podría no haber sido planificada: los ajustes realizados como resultado de la pandemia. Esto demuestra que se pueden organizar unos Juegos Olímpicos con menos consecuencias y probablemente con menos visitantes”, agregó.