El caso de la gimnasta estadounidense, quien hoy se retiró del all around individual, es apenas una muestra del proceso interno por el que atraviesan las estrellas, que en contados casos adquiere visibilidad.
Sus intervenciones públicas dieron cuenta de su estado de ánimo, más ligado a restablecerse que a seguir presionándose con la consecución de objetivos deportivos. Quien estaba llamada a convertirse en la gran figura de Tokio 2020 se derivó más bien en un apoyo para que sus compañeras logren los objetivos colectivos sin su decisivo aporte. Biles busca sanarse. Su prioridad es otra. Su caso conmueve al mundo y reactiva una alerta a la que pocos le prestaron real atención.
La gimnasta de 24 años no es la única superestrella del deporte mundial que ha colapsado. Parafraséandola, incluso, su caso es apenas uno más de los demonios que atormentan a las grandes figuras. Esas máquinas de batir registros y de colgarse medallas, en realidad, no lo son. También sufren problemas, intentan superar carencias y, alguna vez explotan.
“Hay varios, pero si haces una estadística de cuantos reconocen tener problemas, probablemente la estadística es menos significativa que en la población normal. Lo que ocurre es que el deporte va como descartando a las personas con problemas. Algunos logran seguir. Hay deportistas que tienen una base compleja. A ellos, la presión del deporte les puede gatillar este tipo de consecuencias”, explica Enrique Aguayo, sicológo deportivo de amplia trayectoria en el deporte chileno, para referirse a la situación de Biles y del resto de los exponentes que la han atravesado.
Antonio Ceresuela, psicólogo de Colo Colo, también entrega su visión. “La explicación que se le puede dar a estos ‘demonios’ tiene mucho que ver con la presión impuesta por el contexto, por las expectativas que hay y los objetivos de cada deportista. Hay que darse cuenta que el contexto son los JJOO. Es una competencia muy compleja, muy diferente a cualquier otra. Está la expectativa de seguir siendo el mejor. Lo más complicado no es llegar a un nivel sino mantenerse en ese nivel. Lo otro son los objetivos… ¿qué quiere lograr el deportista? Hay muchas cosas tienen que ver cómo uno regula estas tres variables: la expectativa generada, la presión por el contexto y los objetivos propios”, dice el profesional.
Hay que meterse en la cabeza de un deportista de elite para entender sus particularidades. “En el deporte se trabaja con objetivos claros, concretos. Eso no pasa con los estudiantes, que no saben cuál es su elección, pero se cambian de carrera. No tienen la presión de ser el mejor, de ser evaluados públicamente, de dejar a la gente contenta o de cargar el peso de decepcionarla. Biles estuvo en Río, fue medallista de oro. Puede que haya estado con cosas personales que en un momento crítico. Los deportistas de ese nivel están sometidos a un estrés distinto. Si no son campeones, es un fracaso. Para el deportista chileno ya es un gran logro clasificar, llegar lo más arriba posible. Para ellos es distinto. Osaka pierde en tercera ronda y seguramente es una decepción para Japón. En los listados periodísticos aparecerá como decepción o fracaso. Es fuerte, porque gana uno solo. Y también es absurdo. Están sometidos a una presión irracional, cuando deberían estar sometidos solo a la presión que ellos se pongan”, explica Aguayo, para graficar el tormento que viven las grandes figuras.
Ceresuela confía en que Biles podrá recuperar su mejor versión. Los “demonios” no la imposibilitarán de recuperar su carrera, en caso que así lo estime. “No creo que se pueda volver a ser la misma de antes, solo será distinta. Pero ese distinta al de antes puede ser aún mejor. Siempre tiene que haber un aprendizaje alrededor de esto. La pregunta es si ella pueda aprender de esto que le está pasando para poder regular de mejor manera sus expectativas y objetivos. Puede volver a competir sin miedo”, complementa.
Los otros casos
Biles recibe apoyo generalizado. Michael Phelps, quien después de tocar el cielo olímpico también entró en una decadencia traumática, envió un mensaje que grafica todo lo que deben soportar los deportistas que están en la mira de todo el mundo. “Llevamos mucho peso cuando las luces nos apuntan. Está bien no estar bien”, sostuvo el nadador estadounidense. “Lo más importante es que todos necesitamos pedir ayuda cuando atravesamos por estos momentos”, manifiesta el máximo medallista olímpico de la historia, con 23 preseas doradas “En 2014, había momentos en que no quería vivir. Soy alguien que ha pasado por al menos tres o cuatro periodos de depresión fuerte después de los Juegos y llegué a poner mi vida en peligro”, había declarado antes para definir su drama. “No quería nadar más, ni siquiera quería vivir más […]. Entonces” pensé en el suicidio”, ahondaba. El Tiburón encontró en la comunicación y en su familia una vía de escape con los problemas con los que sigue lidiando.
A Naomi Osaka le correspondió el honor de participar en la ceremonia inaugural de los Juegos. Sin embargo, su participación deportiva estuvo lejos de las expectativas que todo el mundo había depositado sobre ella. La checa Marketa Vondrousova la sacó de competencia en los octavos de final del torneo de singles. La decepción es importante, pero el nivel de angustia que sintió en junio, cuando se borró de Roland Garros debe haberlo sido mucho más. En esa oportunidad, un cuadro de estrés y ansiedad la llevó a adoptar una medida drástica. “No voy a hacer ninguna rueda de prensa durante Roland Garros. He pensado muchas veces que la gente no tiene consideración con nuestra salud mental. He visto muchos vídeos de deportistas viniéndose abajo en una sala de prensa tras perder un partido, algo que también me ha pasado a mí”, explicó, a modo de llamado de atención.
Los problemas ya llevaban un par de años complicándola. “No me gustaría trivializar con la salud mental o usar el término a la ligera. La verdad es que he sufrido largos periodos de depresión desde el US Open de 2018”, detalló. “Cualquiera que me conozca sabe que soy introvertida y cualquiera que me haya visto en los torneos se habrá dado cuenta de que uso audífonos para calmar mi ansiedad social. (…) No soy una persona dada a hablar en público y siempre tengo ansiedad antes de hablar con los medios. Me pongo muy nerviosa y me estreso tratando de dar las mejores respuestas que puedo. En París me estaba sintiendo vulnerable y ansiosa y pensé que el mejor ejercicio de autocuidado era evitar las ruedas de prensa”, amplió.
La lista suma y sigue. En el fútbol, por ejemplo, Andrés Iniesta, quien logró todo lo imaginable con España y el Barcelona también llegó a sentir la aparición de los ‘demonios de los que habla Biles. Lo vivió, precisamente, antes de la consagración planetaria con la selección ibérica. Las lesiones y la muerte de su gran amigo Dani Jarque, ex futbolista del Espanyol, terminaron por hacerlo reventar. “Poco a poco vas sintiendo que no eres tú, que no disfrutas de las cosas, que las personas que te rodean son como si fuesen de más. No tienes sentimientos, no tienes pasión”, detallaba respecto de lo que le había tocado vivir. “Me sentía vacío por dentro. Tuve un periodo muy difícil, pero gracias a los especialistas pude salir adelante”, declaró, dando cuenta de un oportuno apoyo especializado. “Estoy feliz, aunque sea difícil decirlo, de haber vivido esa situación y de haber salido, porque creo que me ha hecho mejor persona”, amplió. El proceso lo llevó, incluso, a redefinir sus prioridades. ““Sabes elegir, decidir las cosas importantes. A situaciones a las que no le dabas valor, ahora se lo das”, explicaba.
La lanzadora Raven Saunders y el basquetbolista Ricky Rubio, quien jugó en la NBA, fueron otros de los que tuvieron que pedir auxilio. Afortundamente, lo hicieron a tiempo.
La depresión, el gran enemigo
La depresión es, en efecto, uno de los grandes demonios que puede enfrentar una persona. “Si a cualquier persona le preguntan qué es lo que más quiere para su hijo, nadie dirá que tenga dinero o que sea profesional. Lo que todos queremos es que sean felices. Y la depresión es todo lo contrario, es infelicidad. Suena el despertador y no quiere levantarse, no se motiva por cuidar a sus hijos, por trabajar. Todo le causa tristeza. Las instituciones deben tener especialistas para tratarlo. Al deportista no solo hay que ponerle profesionales para que rinda. Hay que cuidarle las piernas, las enfermedades y, por supuesto, hay que cuidarle la mente. Es más. Si el problema es físico, todos lo entienden. Si es mental, lo aíslan e intentan deshacerse de él”, insiste Aguayo.
En ese escenario, el profesional lanza una alerta que involucra a Chile. “Sería interesante ver cuántos sicólogos asisten a los Juegos. Chile fue pionero en este ámbito y hoy no lo considera. Fueron más deportistas que nunca, pero no llevaron sicólogos deportivos. ¿Qué pasó? Chile privilegia a los traumatólogos. Para mi modo de ver, esto es tema de las ciencias del deporte. Los deportistas necesitan más apoyo que el del área asistencial. Chile lleva solo profesionales por si alguien se lesiona o se enferma físicamente. Hay delegaciones que llevan fisiólogos, deportólogos. El concepto es Ciencias del Deporte. Y no se está aplicando”, concluye.